miércoles, 17 de septiembre de 2008

La cabeza hecha pelota

La psicología occidental es una de las formas científicas del individualismo metafísico.. La esferología plantea la cuestión de antemano bajo un punto de vista muy diferente: ¿dónde está el individuo? Y responde, haciendo referencia a una forma elemental: está en una esfera, está en un campo psíquico abombado como un polo entre polos.

.es, antes que nada y sobre todo, parte de una pareja, donde lo importante no es sólo observar a la pareja manifiesta, sino la estructura par invisible o virtual. La constitución diádica es la situación de las situaciones..
¿Cómo tenemos que hablar de estas relaciones entre pares poco patentes si queremos describirlas correctamente, esto es, no como un empleado del registro civil o como un terapeuta de parejas, no como un voyeur o un lector de novelas triviales, sino con radicalidad filosófica y atención morfológica?.. la teoría de los pequeños espacios..

la burbuja psíquica en la que aparecen, cuando menos, dos personas, o más: trato de dar razones en mi libro de porqué en el ámbito de lo anímico se tiene que poder contar hasta cinco si se quiere alcanzar una estructura mínimamente completa.

Si aceptamos esto, desaparece un problema que la metafísica ha discutido hasta la saciedad: cómo ese Uno se ha podido separar de sí mismo hasta el punto de dar existencia desde sí mismo a un tránsito hacia el número Dos o más. La metafísica especulativa clásica es un fantaseo único en torno al autodesgarramiento y el autoapareamiento del Uno,a su división originaria y a sus caminos hacia la reunificación... Los espejismos se desvanecen desde que comenzamos con el Dos. Con el pensamiento del Dos hago referencia a una ontología pluralista y minimalista. Lo que denomino esfera no se da desde el comienzo más que como una forma diádica,como una estructura solidaria de Dos. Ësta tiene estructuras temporales propias que no permiten ser reduciddas a la forma de la narración originaria: unidad.separación-reunificacíón" (Peter Sloterdijk, El sol y la muerte, p.147)

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