viernes, 4 de julio de 2008

El pliegue


Deleuze ve en Leibniz una figura esencial del Barroco, y en cuya filosofía se pueden palpar las arrugas artísticas que tanto caracterizan al periodo barroco de su época. Su piedra de toque, a instancias de Deleuze, es la filosofía matemática y la física de Leibniz, las cuales están repletas de pliegues, curvaturas y puntos indefinidos e infinitos. Seguidamente, Deleuze recoge toda esta tradición de creación propia en su obra traducida al castellano como El Pliegue. El argumento rey de este reinado es que, si las iglesias y los cuadros barrocos son vistos con detenimiento, es esencial prestar atención y contemplar cierto estilismo, en y para el cual un elemento capital siempre se repite: la curvatura y el pliegue. Deleuze, con toda su prosa cadente y cansina, transloca este modelismo dentro de las páginas del filósofo alemán y ve que el sentido y -en cierto modo- el origen de todo este "arrugueo" está en Leibniz. Por lo tanto, y este es el “rey de los por lo tanto”, Leibniz es "el filósofo del Barroco".

Gilles Deleuze, considera que “al dividirse sin cesar las partes de la materia, forman pequeños torbellinos en un torbellino, y en éstos otros todavía más pequeños, y otros todavía en los intervalos cóncavos de los torbellinos que tocan” . Por lo tanto, siempre hay un pliegue en el pliegue. El despliegue no es pues lo contrario del pliegue sino que sigue el pliegue hasta otro pliegue” .

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